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El 10 de diciembre se conmemora cada año el Día de los Derechos Humanos. En esta declaración histórica, las Naciones Unidas reconocieron que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, inclusive la asistencia médica y los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”
En 2025, a 77 años de aquella declaración, es oportuno reflexionar sobre cómo el acceso a los seguros de salud y de vida se relaciona con los derechos humanos. La protección financiera frente a enfermedades, accidentes o fallecimiento no solo brinda tranquilidad a las familias, sino que también se ha vuelto un factor crucial para garantizar otros derechos, como el derecho a la salud y a un nivel de vida digno.Pese a los avances, las cifras globales revelan que aún estamos lejos de alcanzar una cobertura sanitaria universal. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, más de la mitad de la población mundial no cuenta con cobertura completa de servicios de salud esenciales. En 2021 aproximadamente 4.500 millones de personas no estaban totalmente cubiertas por servicios de salud básicos who.int. Esto significa que miles de millones de individuos carecen de seguro de salud o de acceso garantizado a atención médica asequible, lo que los deja expuestos a gastos médicos potencialmente ruinosos.
La falta de cobertura sanitaria tiene consecuencias dramáticas. Cada año, alrededor de 1.000 millones de personas incurren en gastos de bolsillo en salud tan elevados que se consideran gastos catastróficos (superiores al 10% de los ingresos familiares). Peor aún, estos gastos médicos están empujando a la pobreza a un gran número de familias: se estima que 1.300 millones de personas cayeron o se hundieron aún más en la pobreza debido a los pagos directos por atención de salud.A nivel mundial existen brechas significativas en el acceso a seguros de salud y de vida entre distintas regiones. En muchos países desarrollados, la cobertura de salud es prácticamente universal. Por ejemplo, en la mayoría de los países de la OCDE más del 95% de la población está afiliada a algún sistema de seguro de salud público o privado, garantizando acceso a servicios médicos básicos.
En contraste, en regiones en desarrollo como América Latina, aunque ha habido progreso, persisten niveles importantes de desprotección. La región elevó la cobertura de salud al 77% de la población en 2019 (desde apenas 65% en el año 2000), gracias a inversiones públicas y sistemas de salud en expansión.
Sin embargo, este dato implica que casi 1 de cada 4 habitantes seguía sin ningún tipo de seguro médico antes de la pandemia.
Dado lo anterior, resulta claro por qué podemos afirmar que todas las personas merecemos un seguro que nos proteja ante los vaivenes de la vida. Si la finalidad última de los derechos humanos es garantizar la dignidad y la igualdad de oportunidades para cada individuo. La propia Declaración Universal de 1948, al consagrar el derecho a la seguridad en caso de enfermedad, desempleo, viudez u otra contingencianlm.nih.gov, sentó las bases para lo que hoy entendemos como sistemas de seguridad social y seguros sociales.
En este Día de los Derechos Humanos 2025, reflexionar sobre el lema “por qué todos merecemos un seguro de vida” es un llamado a la acción global. Significa reconocer que la salud y la seguridad financiera van de la mano: nadie debería quedar atrás por no poder costear un tratamiento médico o por no haber tenido cómo proteger a su familia en caso de tragedia. Cada cifra presentada –sea el 50% de personas sin seguro en el mundo, el 15% con seguro de vida en Latinoamérica, o los 1.300 millones empujados a la pobreza por gastos médicos– representa millones de historias humanas de sufrimiento evitable. Pero también representan una oportunidad de cambio.Garantizar que todos tengamos algún tipo de seguro asequible y efectivo es “reafirmar nuestra dedicación a una visión de humanidad común, basada en valores compartidos”unesco.org. Es construir sociedades más resilientes, justas y compasivas, donde un tropiezo de la vida no signifique el fin del bienestar de una persona o familia. Al fin y al cabo, el derecho a un seguro es el derecho a vivir sin miedo al mañana, sabiéndonos respaldados por la comunidad en momentos de necesidad. Lograr esa meta demandará esfuerzos coordinados entre gobiernos, empresas aseguradoras, organismos internacionales y la sociedad civil, pero sus frutos medidos en vidas dignas y oportunidades preservadas valdrán la pena.
En un mundo cada vez más incierto, los seguros de salud y de vida no deben ser vistos como un lujo, sino como una herramienta esencial para proteger la dignidad humana. Este blog ha evidenciado las profundas desigualdades en el acceso a seguros entre regiones y países, y cómo la falta de protección expone a millones de personas a la pobreza, la exclusión y la vulnerabilidad ante cualquier imprevisto.
Hoy, más que nunca, necesitamos voluntad política, innovación financiera y compromiso social para construir sistemas de protección más inclusivos. Gobiernos, aseguradoras y ciudadanos tenemos la responsabilidad compartida de cerrar la brecha de aseguramiento y garantizar que nadie quede atrás.
En Seguros del Pichincha, creemos que el derecho a estar asegurado debe ser una realidad para todos, no solo para unos pocos. Por eso trabajamos en el desarrollo de microseguros, una solución adaptada a las realidades económicas de miles de ecuatorianos. Nuestro objetivo es que cada persona, sin importar su nivel de ingreso, pueda acceder a una protección digna y oportuna.
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