Cómo explicar a un niño la
muerte de un familiar
o un ser querido?La pérdida de un ser querido
es una experiencia difícil de procesar para un adulto, no se diga para un niño, cuya capacidad de comprender la dimensión real de un evento de esta naturaleza debe ser acompañada de manera asertiva y empática por los adultos. Los especialistas recomiendan que el acompañamiento que realice el adulto con los niños en estas circunstancias, debe ayudarlos a entender el tema de modo sencillo y directo.Probablemente, lo más difícil a la hora de asimilar la pérdida de alguien querido sea entender y aceptar su ausencia definitiva. De ahí que sea necesario que lo primero que se explique a los niños es que la consecuencia de esta pérdida es el hecho de que no se volverá a ver o compartir con esa persona que ha partido.
Enfrentar esta ausencia definitiva no es fácil, pues los afectos que se han tejido precisamente se los ha realizado en la relación cotidiana con esa persona. Momentos y vínculos que ya no volverán más, y que constituyen, seguramente, el aspecto más difícil de superar en estas circunstancias.
La explicación directa y sencilla para tratar este tema con los pequeños no debe oponerse a la idea del consuelo. Podemos explicar a los niños que ya no se volverá a compartir con esa persona, pero que, en algún sentido, su definitiva ausencia física, se puede compensar con la evocación de su recuerdo. Por eso, en lugar de evitar nombrar al familiar o al ser querido que ha partido, se recomienda evocarlo. Recordarlo en todas sus facetas resultará un buen antídoto para aliviar el dolor que entraña esta ausencia definitiva.
De igual manera, algo que los especialistas recomiendan con especial énfasis es que no se debe dar explicaciones indirectas o metafóricas sobre el doloroso hecho, como aquellas de que el ser querido “se ha convertido en una estrella” nos está esperando en algún lugar maravilloso, en el que en algún momento todos se reencontrarán. O aquella que compara la muerte con el sueño o el
descanso eterno.
No solo que este tipo de explicaciones pueden confundir a los niños, y con ello distorsionar su comprensión sobre este hecho “natural”, sino que, al crear falsas expectativas, tarde o temprano, estas podrían desencadenar en un desorden o en un desequilibrio emocional, que luego será más difícil de superar.
Es importante tener en cuenta que lo que se trata de decir en sentido figurado, los niños lo pueden interpretar de forma literal. por lo que no es recomendable apelar a este tipo de recursos. Sin embargo, la idea religiosa de la vida eterna, por ejemplo, puede resultar eficaz para atenuar el dolor, siempre y cuando responda a las
creencias religiosas del ámbito familiar.
Otro aspecto importante que hay que considerar es la necesidad de no intentar ocultar el sufrimiento que la pérdida de un ser querido trae consigo. Ni el adulto ni el niño deben reprimir sus manifestaciones de dolor, por el contrario, el llanto y la triste se deberán asumir con naturalidad.
El reprimir el dolor estaría obstaculizando el proceso normal del
duelo
, cuya función es precisamente ayudar a asimilarlo. Incluso, cuando el pequeño se encierra sobre sí mismo, como un mecanismo de defensa, el adulto deberá procurar abrir los espacios de diálogo que le permita al niño exteriorizar sus sentimientos y sus temores con respecto a lo ocurrido.Es importante propiciar una relación muy cercana y abierta con los niños mientras dure el duelo. Evitar que el niño perciba el dolor de los demás frente a la muerte de alguien querido o no permitir que él mismo exteriorice su dolor o plantee sus temores o inquietudes, podría ocasionar que el dolor mal procesado salga en otro momento en forma de violencia o de una depresión prolongada que pueda poner en riesgo la salud mental del pequeño y del entorno familiar.
Algunas recomendaciones puntuales muy útiles para lidiar en estas circunstancias difíciles, podría ser la explicación hecho como el cese de las funciones vitales. Frente a la preocupación que pueda originar en el pequeño la idea de que la muerte pueda sobrevenir afectando a otro ser querido o, incluso, a él mismo, lo recomendable es que se le explique que es un hecho por el cual todos debemos pasar, pero que en general el momento llega con la vejez.
En el caso de que otros sean los motivos que hayan desencadenado la partida, por ejemplo, una enfermedad, se debe explicar que para que ello ocurra esta enfermedad debe ser muy grave, y que aquello no es muy frecuente.